Contra las cuerdas
es donde mejor me defiendo,
con escasos centímetros de margen.
Y es que acorralado me siento realmente libre.
Una libertad inherente.
Tangible.
Alejada de cualquier artificio.
Algo primitivo que nace en mí;
de mí.
De nadie más.
La última palabra.
El útimo cartucho.
Mi decisión.
Y a ella me aferro.
Total,
ya no queda nada que perder
—pero tal vez
mucho que ganar.
Me alegro que te guste, @wallacegere
La vida hay que vivirla hasta sus últimas consecuencias. Y creo que en esos momentos difíciles es donde sacamos a relucir nuestra mejor versión
Me encanta. Una actitud fuerte ante la vida; siempre debemos mantener la lucha hasta el final, hasta el último cartucho. Y cuando este se acabe, siempre nos quedarán los puños.