Mi certeza

Miedo.

Oscuridad.

Silencio.

Ya no hay felicidad que se haga

mujer bajo mi piel, ya no hay sueño

que sea verso a espaldas de la melancolía

no hay mar cuyas olas empujen mi ser

hasta cualquier rincón ingenuo de mi vida.

Miedo.

Oscuridad.

Silencio.

Ya no hay verdad que sea nueva en mi horizonte

ni camino que no atraviese las espinas de mi alma,

tal vez una siembra que nunca dio fruto

en la lluvia del cielo y del presente.

Sólo espuma de lágrimas y susurros.

Miedo.

Oscuridad.

Silencio.

Se pierde la única luz que fue testigo de la esperanza,

cae bajo la fuerza inexorable de un lamento,

¿acaso no sentí cercana la compañía

de alguien con pies de cera y de tormento?

Tres cunetas que se pierden en el infinito,

tres canciones sin tempo ni ritmo,

tantas madrugadas esperando un verano que no llega,

un amante del destino,

tres palabras rotas que sintieron mi certeza.

Miedo.

Oscuridad.

Silencio.

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Al interpretarlo en mi vida, estas palabras se vuelven muy fuertes. A pesar de que parece que voy en un buen camino, creo que siempre tendré la espina clavada de que las cosas buenas que me sucedieron no terminaron exactamente como ingenuamente las imaginé. Y debería ser muy feliz pero parece que siempre queremos algo más.