Tengo un cáliz largo como la razón,
en el que vierto los nombres todos
de sutiles mujeres.
Suerte de conjuro o rezo para extraerles
la sangre del entendimiento.
Sangre para mis venas exiguas
e ignorantes.
Cáliz del que he bebido, donde han goteado
todo lo que en mí es sal
todo lo que en mí golpea.
Bruñido por las manos del tiempo, por las manos
piadosas del que ruega
es mi grial y mi cruz, es el espejo
donde busco las pardas adivinaciones
del café.