Tuvo que ser al alba,
un instante censurado
lejos de cada cerrojo,
ni un minuto de silencio
y un ruido ensordecedor,
ni una palabra de angustia
ni una oración de perdón.
Tuvo que ser primavera,
la vida llena de miedo
por empezar a vivir,
se encontraba con la muerte.
Tuvo que cantarle algo
a la brisa perfumada
de una noche del final
de la estación de la flor.
Tuvo que bailar un tango,
tuvo que beber café,
y se bañaba desnuda
nunca se mojaba el pelo,
debe estar ardiendo el mar.
Tuvo que ser madrugada,
asomaban los cobardes
en perfecta formación,
tuvo que haber una rosa
tuvo que tener un nombre,
pero sólo hubo una bala
y el inerte cuerpo abstracto
que habitará en una fosa
olvidada en el olvido
por quienes nunca culparon
al perfecto batallón.