De las manchas de luz entre las persianas
brillandome de lunares la habitación.
De la luna llena llenándome de canas,
de las nanas de niño de las que olvidé su olor.
De las noches que me despierto para alumbrar la cama
y cierro los ojos para imaginarte en mi colchón,
a tres palmos de una gota de lluvia salada
de esa lágrima inocente de cuando no amanecía y me dijiste adiós…
De nada de eso me hablan ya las palabras
que rompo con mis dedos a través del dolor,
entre la pluma tintada que no sabe ya decirme nada
y el papel arrugado con el que me envuelvo el corazón.
Solo de tí me hablo a mí mismo y al abrir la ventana
te busco en mi pantalla con un mensaje de voz
que me diga solo un hola, con un buenos días me basta
para que me sobre del mundo todo el mundo y para que de mí mismo me sobre hasta yo.