Me gusta su cara cuando viene del mercado
con nuevas esencias,
con bolsas repletas de anhelos.
Si, me gusta,
cuando abre la puerta riendo a carcajadas
y su sombra se escabulle de mis brazos;
-Aguarda poeta, no tengas prisa,
y escríbeme unos versos.
Me gusta su cara cuando contempla la lluvia
extasiada ante la novedad
de las enigmáticas gotas,
se queda quieta mientras la abrazo;
-Recítame algo de eso que escribes.
Me gusta mucho su cara
cuando duerme indiferente
mientras la angustia se ha ido a dormir
y sueña con los poemas que voy a escribirle.