Me duele doctor, esta semana.
El lunes despertó ya con sudores.
Fue al recordar su partir, tras la ventana,
y ese tren de lejanías, que alejó nuestros ardores.
Un martes de ceniza y aspirina.
Quemando sus ausencias en las mesas de los bares.
Le dí el primer beso, en aquella cantina.
Pero ya no hago reservas, ni pago las cañas a pares.
El miércoles, pálido, en cama, anémico de olvido.
Tomo tisanas de Whittman con flores de Baudelaire.
Me aprieta el pecho, tiemblo, se esconde mi latido.
Son estos los síntomas de no volverla a ver?
Creo que tengo este jueves inflamado.
Un empacho de nostalgia en la oficina.
Buceando en las canciones del pasado,
“Así estoy yo sin ti”, comentaba Sabina.
Prozac, un lilimento, 30 gramos de maría,…
Que este viernes se va quejando de amargor.
Yo pensé que usted algo me daría.
Píldoras contra el recuerdo, analgésicos de amor.
Mira chaval, atiende, que yo soy más viejo.
La receta es lo que hicieron otros sabios.
El sábado, te entrevistas con los ojos del espejo.
El domingo, te buscas otro destino, para tus labios.
Uff, me encanta.
Lo que cuentas, cómo lo cuentas, su desarrollo día a día, su conclusión.
Magnífico escrito, amigo.
Creo que todos y cada uno de nosotros hemos pasado por semanas así.
En tu caso, ya que dices “basado en hechos reales”, solo te puedo decir: p’alante y a comerse la vida.
Qué auténtico y original, Carlos. Me gusta tu genuina manera de expresar algo tan universal y tan susceptible de ser vulgarizado con palabras vacías y gratuitas. Muy guapo el poema.