La tengo muy cerca y me encanta ir por allí.
En este otoño tan escaso de lluvias, llegó a secarse, una pena grande, pero ahora cogió bastante agua. Hay que proteger ese tesoro natural y hermoso que es Doñana.
Gracias por tus palabras que me alegran! Un beso, Aurora.
El poema,un canto a la luz del atardecer, al la madre naturaleza y a la quietud que nos regala cada día, no importa la estación.
El lugar, un rincón para quedarse de por vida a mirar atardeceres tras “lavar la mirada en el espejo plateado” de una marisma-milagro entre las arenas.
Precioso y evocador, María.
Feliz semana.
En su manto de agua, mi mirada
se aclara
y se lava en espejo plateado
de verdes
de juncos oscuros.
.
Y en su alma mojada,
mi mirada derrama las sombras
que la atravesaban…
y se empapa de luz.