Paciente, cual María;
tranquila, por Paz
solo tú tienes singular merecido
del nombre María Paz.
Sencilla, como paloma,
ícono de beldad;
Y no solo portadora del matiz
que el blanco con la paz
sabe vincular
Sino también ligera
y además alada.
¡Vuela, María Paz!
Y no mires atrás,
surca el cielo del surgiente
amanecer de una plegaria.
Reparte tu grandeza
en el sin fin de cada estrella.
Con tu palidez
a celos despierta la luna;
Y has que de ti el sol que prendado.
Pues yo estoy segura de
que el más allá has conquistado.
¡Vuela María Paz! Y no mires atrás
pues sé que desde el nacimiento
has sabido tu nombre merecer;
Cuando Dios, que todo lo sabe,
por Paz designó tu nombre
y por tranquilo te dio el vuelo
aquel día al cual refiriéndose
cada cual dice “en paz descanse”.