El horario:
como el capullo de un negro tulipán dormido
que está a punto de abrirse
en la lentitud en que se mueve la espera.
El minutero:
la aparente normalidad de las cosas
que a nuestra escala parecen vivientes
y que a su ritmo se mueven sésiles
en una especie de lentitud enrapidada
un caminar apurado; un correr lento
moviéndose sin apenas delatarse.
El segundero:
la angustiosa premura por no llegar tarde
como una liebre de marzo
rauda se huidiza
con el temor de no ser el último
en llegar para la hora del té.
El tiempo —que nos devora a todos—
espacioso tirano hambriento
que en un degradé de matices rojos, enmalvecidos
se oxida a sí mismo a negro
no puede darse el lujo
de dejar de latir
comiendo.
Al mundo
no sólo lo sostiene el pilar de la Memoria
quizá no lo sepas; pero…
hay otros titanes en juego.-
Chane García.
@ ChaneGarcia.
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