Eres azul cobalto,
una ligera brisa
que enmudece las almas,
y amplios velos
prófugos al viento.
Eres Levante, eres Poniente,
eres Cierzo, Mistral,
Tramontana, eres
lágrimas infinitas
en mis pupilas.
Y son estos
párpados, adormecidos
por amapolas silvestres
los que te lloran
y te reclaman un beso.
Sólo un beso tuyo,
no aquel frío beso,
mío, para ti,
eterna durmiente
en los brazos amados.
Te fuiste en Otoño,
y tus horas
no pasan, pasan
los besos, los labios,
pero tu voz no descansa
en mi llanto cautiva.
Eres luz pasajera,
recuerdo, pérdida
en los rasgos lívidos
de mi faz angustiada.