Bajo los soportales de la poesía,
un humo poco a poco se va desvaneciendo.
Con el barro pegado en las entrañas,
el ahogo en la sequía es inminente.
Y se hunde el cuerpo
en ese silencio recurrente
que araña
la desnudez del alma.
Paraíso quemado en la mirada,
la carne ardiendo…
Al frente,
la puerta entornada como un desafío
-para el magnicidio-.
Tres pasos y dos vocablos como armas
-no hay puerta que al amor resista-
chirría al abrirla,
la mano tiembla;
dentro,
la oscuridad fría se asemeja
a una silla vacía clavada en el recuerdo.
Con el barro pegado en las entrañas,
el ahogo en la sequía es inminente.
Y se hunde el cuerpo
en ese silencio recurrente
que araña
la desnudez del alma.
Que bonito, ha veces hay sequía en las almas rotas, en los soportales del verso.
Precioso
Besazo
Tres pasos y dos vocablos como armas
-no hay puerta que al amor resista-
chirría al abrirla,
la mano tiembla;
dentro,
la oscuridad fría se asemeja
a una silla vacía clavada en el recuerdo.