Luto de Madre (en memoria de aquellas madres que han perdido una hija por femicidio)
Nadie, sino otra madre,
puede traspasar
la lágrima de la que mece
a su hija inerte
en una álgida caja
al a luz de la vela fugaz.
Los diminutos piececitos
que hace quince veranos
volaron del nido tibio
a los pomposos senos
yacen hoy ajenos
en el arca mortal.
Sacrificios perdidos
y eclipsados sueños
velan su descanso
del más allá.
La pasión del parto
y el llanto al lactar
de nada vale
cuando no está.
Ráfagas brillantes:
su primer pirueta,
su primera letra,
y cuando dijo “mamá”.
Todo perdido,
sin un sentido,
en un destello
de ira y maldad.
La serpiente engañosa
del paraíso perdido
habló al oído
del lacayo de Zeus.
Y al igual que a Leda
como cisne en celo
de plumaje negro
su cuello erecto
hacia la niña extendió.
Ella cayó abatida
vencida por lascivia
y la hoguera erguida
del cisne negro
el adepto del dios.
Hoy la madre
con sus despojos en brazos
si pudiese al tic tac abrumar,
sin titilar un parpadeo
usurparía a su amada,
su más bello tesoro,
para inmolarse en su lugar.
Mas no se intrica a la muerte
ni al tic-tac del reloj;
afuera el cielo llora
y frente al sagrario santo
la madre besa a la niña`
acunando en su mano una flor.
Xinia Blanco M.