Enfrentada al carmesí oscuro
como una luna enfrentada a la yedra,
tu voz emerge desde el incienso y el perfume
hacia mi soledad reposada en la espera.
Enfrentada al carmesí oscuro,
y frente a mi páramo tu presencia
en el vaivén enamorado y frenético,
en el silencio nocturno y en olvidadas esperas.
Todas las preguntas vuelven a nacerse:
dime de tus noches y tus días,
dime del agua dolida de tus ojos,
dime de mi llegada a tu lejanía
y del camino hacia mi lecho sostenido.
Cuando la lluvia culminada guarde tu anhelo
y desde mi lecho contemple tu silencio,
cuando vayas cautiva en el vaivén de tu ternura,
y cautiva en mi última agonía,
como son cautivos la claridad y el día.
Enfrentada al carmesí oscuro
como una luna enfrentada a la lluvia,
y enfrentada al gris de mis ojos
en el vaivén enamorado y frenético.