Todo empezó con un beso a orillas de la ensenada, allí perdiste a tu amada por tu crimen ex profeso. El amor que tú inconfeso con obsesión ultrajaste, es el mas triste contraste entre lujuria y candor, fuiste tú, el vil agresor que su virtud mancillaste.
Hoy solicitas consuelo y olvidas tu cobardía, recordando lo que un día cubrió el amor con su velo; Pedirle perdón al cielo es un ruego irreverente, si por acto inconsecuente se congeló el corazón, culpa de la sin razón de un verano negligente.
vivirás sin bendiciones porque así los has decidido, al mostrarte corrompido por pasadas decepciones; En amor no hay situaciones que se puedan soslayar, cuando se suele fallar se pagan las consecuencias, ya sea por imprudencias o por no saber amar.
las ingentes estocadas a un espíritu tan noble, pero fuerte como el roble, son cosas hoy superadas; Sus heridas ya sanadas olvidaron cruel dolor, cedieron al nuevo amor el cauce de su albedrío, su destino ahora es mío, no posees ni su rencor.
El tema es aleccionador. Una situación tan cruda, expuesta con tanto cuidado y delicadeza, que no ofende al lector. Y con un final tan sublime, que deja al agresor en el olvido, perdiéndose en su bajeza y su sentimiento de culpa, y enaltece a la sobreviviente, porque no plasmas a una víctima, sino a una sobreviviente.