El verdadero torturador es el critico con sus conceptos , porque además de querer ser leído, tiene hambre de protagonismo en un poema que le es ajeno y no conforme, suelta su veneno en adjetivos, para enardecer el espíritu de quien lo lee. Fíjate esto que leí de un brillante y respetable académico:
«En ella se trata la diéresis como la tercera de tres licencias o fi guras prosódicas (las otras dos son la sinalefa y la sinéresis). […] prescribe que el uso de las tres licencias debe ser escaso, y concluye la sección con este juicio:[…] en general el verso en que no hay ninguna de las tres, es mas armonioso; el que tuviese las tres juntas, seria detestable; el que re-uniese las dos últimas, ó la primera y alguna de las otras, ó muchas sinalefas, duro y arrastrado»