Los Cantos del Ayer

Cuando la lámpara
se enciende al
apagarse la tarde
ilumina de nuevo
al espanto cotidiano.

Es inútil manotear
nuestro reflejo en las aguas
del cristalino espejo
ya que siempre regresará
como una imagen
irónica del ayer,
recuerdo abrupto de
una existencia incierta.

A menudo los recuerdos
merodean por el alma con su
huella de dolor impresa,
las lágrimas se detienen
en la mitad de las mejillas
como duro reproche
ante el recuerdo que atraviesa
como saeta el corazón del pasado.

No abras más camino entre
los árboles ni enciendas de
nuevo la lámpara mojada,
cierra los oídos a los cantos
del ayer y al golpeteo del trotar
de los caballos sobre el sendero
de piedras y de espinas.

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