Pensé que estaba loco
y después llegaste tú a decirme
que tu vida necesitaba de locura comprendida.
Tanto tiempo perdimos.
Yo, tratando de asimilarte.
Tú, tratando de decidirte.
Loco, loco y enfermo.
Enfermo de ti, enfermo de mí,
enfermo de nosotros, de mi vida,
de mi falta de soledad.
Loco, enfermo y cansado.
Así me mostré a ti,
cuando aguardaba sentado
con locura atorada en mi garganta.
Que te vi llegar,
y yo solo quería escapar.
Escapar de ti, escapar de mí,
escapar de mi vida atada a tu cuerpo,
de tu locura a la mía.
Que quería correr, huir,
flotar, explotar,
reventar.
Dislocar, masticar,
jalar, gritar,
escapar,
escapar,
escapar…
Y escapé.
Me escapé,
cogí nuestro beso
y me abrí la garganta
para poder volar.
Y volé,
y mi locura salió,
dejando mi garganta abierta.
Locura,
locura sabia,
locura necesitada.
Locura, moviste a tu antojo.
Yo que de antojos respiro.