Si no fuese quien soy,
¡si fuese algo… o tuviera algo que dar!
Alumbraría el hoy
—que con su hórrida sombra hurta el cielo y el mar—
con el candor de tu sonrisa,
y este cierzo voraz, esta zozobra…
mudara en brisa
a la luz cegadora del dulzor que en ti obra.
Y tendría maneras
de decirte que te amo como un niño,
que estas flores viajeras
son las últimas cotas que alcanza mi cariño…
Porque yo nunca he sido nada,
yo jamás tuve nada más que sueños:
mi ánima hastiada
solo ha dado los pasos más torpes y pequeños.
Y si esta es mi canción,
y esta la última flor con la que juego…
que no entienda razón
y arda conmigo, ahora, a la sombra del fuego.
Puedes odiar mi canto… Hendir
con furor el zarzal glorioso y luengo
del porvenir…
Piensa, amor, que soy tuyo, y es todo lo que tengo.