Después de que la fecha exacta de su muerte haya sido objeto de una larga polémica, parece definitivamente establecido que Federico García Lorca fue fusilado a las 4:45 h de la madrugada del 18 de agosto de 1936, en el camino que va de Víznar a Alfacar.
Su cuerpo permanece enterrado en una fosa común anónima en algún lugar de esos parajes, junto con el cadáver de un maestro nacional, Dióscoro Galindo, y los de los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, ejecutados con él.
Juan Luis Trescastro presumiría después de haber participado personalmente en los asesinatos, recalcando la homosexualidad de Lorca.
LLANTO POR FEDERICO GARCÍA LORCA
Granada llora que llora
canta en la zambra un gitano
su llanto lo empuja el aire
y el aire vuela llorando.
Una garganta se quiebra
-roto cristal azogado-
con quejído tan sonoro
que es un potro desbocado.
¡Ay! Mi Granada que llora.
¡Ay! Mi Granada llorando.
Las cuevas del Sacromonte
perdieron sus alegrías.
No nieva en Sierra Nevada
ni hay sol por las serranías.
¡Mira Granada esa luna!
la luna… ¡lo está velando!
y en esa noche de agosto
pistoleros acechando.
¡Ay! Mi Granada que llora.
iAy! Mi Granada llorando.
Desde las Torres Bermejas
en vuelo hasta Monachil
palomas blancas le llevan
tristezas al río Genil.
Este verso, y sus estrofas,
visten notas nazaríes,
del color de aquélla sangre
roja intensa de rubíes.
Llora la luna en Granada,
¡también llora el Albaicín!
Viste de bruno la aljama
llorando sus moradores,
está la Alhambra de luto
de luto están los alcores.
Y en un cortejo de entierro,
militares y traidores
depredaran la palabra
matando a los ruiseñores.
¡Ay! Mi Granada esa muerte.
¡Ay! Que tu muerte rondando.
Desde el Genil hasta el Darro
desde Granada a Purchena
los caminos sangran nardos
y en estos versos la pena.
El arrayán y los lirios,
el toronjil que allí habita
todo suspira en Granada
por si Lorca resucita.
La luna… lo vela vela,
la luna… ¡lo está velando!
La tragedia de esa tarde
fue un lance de toro oscuro,
una corrida de muerte,
un burladero inseguro.
Las pistolas silenciaron
a un ave de colorido,
¡mala puñalá¡ le dieran
al pistolero furtivo.
La noche llora que llora,
la noche, ¡le está llorando!
Y el gitano se lamenta:
¡Ay! malaje, ¡Dios bendito!
Granada llora que llora,
la muerte de Federico.
La madrugada venía
yacente, como el poeta,
desde entonces la ternura
vive en aquélla cuneta.
España a Lorca recuerda
¡siempre lo está recordando!