El felino acentúa su oído
y el olfato de su astucia,
en el alféizar dormido,
en alerta,
sin hacer ruido.
Si abre los ojos,
te observa
desde la cima del mundo,
desde su elegante altanería,
desde su amable soberbia.
Sus ojos cuentan misterios
desde tiempos inmemoriales
infundiendo temores;
andamios de los mitos
que construyeron
faraones,
emperadores,
reyes y zares.
No son más garras sus zarpas
que sus escrutadoras miradas,
cuando con ellas
te arrancan los sueños
o te devuelven el alma
con la que juegan,
mientras ronronean
lo que parecen conjuros,
aprendidos
en alguna de sus siete vidas.
Preciosa descripción en esos versos! Te internaste en el misterio que tienen estos animales, esa mirada felina y su andar esquivo, sinuoso y elegante…
Bonito poema, me gustó mucho!
Un abrazo y buenas noches, Aurora.