Son las horas que vuelven, los latidos
desnudos de un susurro de tu entraña
dulce y tierna, cantando esos perdidos
instantes de azulada luz extraña
donde quiebras tu carne, tus sentidos
en mi caliente costa y desentraña
el beso las palomas de encendidos
temblores a la muerte y su guadaña.
Tus senos arden, llamas de dulzura,
en mis manos sangrantes, contenidas
en tu trenza tan tenue y tan oscura.
Va sonando una estrella, derretidas
las noches en tu carne y tu ternura,
huyendo hasta estas frías despedidas.
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Que bello transitar por tus horas, pérdidas en el tiempo y las pieles, sentido soneto, poeta!!!
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gracias por transitar y sacar la esencia verdadera del poema. Saludos.
Compañero, siempre es un placer leerte. Eres exquisito en tu forma de versar, y en los sonetos ya es un deleite.
El cierre es precioso. Un abrazo.
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Maravilloso soneto, delicadamente sensual.
Un abrazo, José Antonio.
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Gracias por tus comentarios. Un saludo
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Gracias. La dulce sensualidad recordada. Saludos.
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