Es verdad.
Las aves, callaron esa tarde.
El corazón lloraba a mares
y desde fuera,
los dioses me miraban
con ojos de amor y trigo verde.
Lavar el corazón
y que el agua sea cómplice;
solo entonces, descansar
cuando la vida haga una pausa,
me acune y se recree.
Dejar de dormir a la intemperie
y de arrastrarme hacia la madrugada.
No pasará nada que el destino no marque
y la nostalgia seguirá viviendo sola,
en el rincón donde habitan esas nubes.
En la noche, un ruiseñor tranquilo,
me traerá dos flores.
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La vida enlentecida…demasiadas pausas.
Hermosas metáforas las tuyas!!
Abrazo fuerte, poeta querida!
Que bella tu vida en pausa, me ha recordado a ese pasaje bíblico del arca de Noé, donde después de ese diluvio vuelve a renacer la vida, con la paloma trayendo una ramita, poeta!!!
Qué bonito Lucía
Feliz “finde”
Si, el destino decide, implacablemente. Precioso guapa❤️
Letras de paz y purificación…la fuente ha de estar limpia, para que las aguas de la vida se purifiquen y reflejen los designios de nuestro ser!
Abracito, Lucía!!
¡Precioso, Lucía! Un poema intenso, para mecerse en la nostagia… y dejarse llevar por la lentitud. Un abrazo grande. Feliz domingo.