Caía en el agua
la luna sedienta
y sueños de rosas
su cuerpo formaban.
Del aire del día,
del jardín de sus ojos,
al cielo despierto
la luna le hablaba.
Clara la noche
oía sus palabras,
la calle como sueño
en sus manos quedaba.
El frío de su pecho,
como una daga
ahora en mis ojos,
su fuego quemaba.
Sus brazos suaves
rodeaban mi alma
y no supe que hacer
más que abrazarla.
Podría morirme
y no sentir nada,
porque su boca blanca
la mía besaba.
El tiempo herido
sus horas pasaban,
nuestras manos unidas
fueron separadas.
Caía en el agua
la luna sin nada,
sus sueños de rosas
sus ojos cerraba.