La luna está roja,
lejana y roja,
mística y roja,
roja… Y le falta un pedazo…
¡La han mordido y sangra!
Nos ha visto y llora.
La luna no es novia esta noche;
es mártir.
Hay una daga en su pecho,
una bala en su sien,
cumple un castigo sin culpa.
La luna, callada nos observa
olvidando que es espejo.
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Alucinante! Cuando vuelva a ver la luna, pensaré en tu poema refractario.
Gratitud, Gabriel. Saludos.
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Le agradezco sus palabras. Un cordial saludo.
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