La longitud del hábito que nos circunda, la incertidumbre que nos espinea en el camino, aquello que nos emponzoña; pero… que curiosamente no nos mata.
Es ese asperillo de la vida que aunque no desagrada, parece que hiciera tanta falta porque es lo que nos encoraza la piel y el corazón.
Y podemos ver entonces la luz de un nuevo día, con esa vista arrugada de elefanta vieja, seguiremos caminando para allá, para adelante, aunque en el corazón, ya no haya ánimo de querer hacerlo otra vez.-
Chane García
@ChaneGarcia
…
5 Me gusta
Hermoso poema. Tiene un halo fino de desencanto…
Abrazo fuerte, Chane!
1 me gusta
Preciosa prosa, con un magnífico título.
“…seguiremos caminando para allá, para adelante, aunque en el corazón, ya no haya ánimo de querer hacerlo otra vez.-”
1 me gusta
Sí, es cierto: tiene cierto tufillo a desencanto… ¡Fíjate!: yo a veces soy como Ana Torroja, que ella confiesa que a veces cantaba las canciones porque los Cano se las daban; pero en sí… ella no estaba consciente de lo que estaba cantando… era casi un cantar por cantar. A mí me pasa igual… a veces no estoy consciente de lo que escribo, hasta que lo releo.
Ese texto lo comencé con el primer “verso”, el primer reglón… era una idea obsesiva en la mente —no sé si a ti te pasa— para que esa idea obsesiva me deje de fastidiar, debo poemarla o encancionarla, hacer de ese fragmento de idea, toda una canción.
¿¿¿Cómo se llama cuando tienes fiebre y estás dormido y la fiebre hace que te encadenes a un sueño empesadillado y de allí no puedes salir, pues el bendito sueño ése se te repite y repite y repite???, eso tiene un nombre específico, pero no me acuerdo.
Algunos de mis poemas comenzaron siendo empesadillaciones fiébricas.
¡Gracias, María, por pasar por acá!
…