Tengo una isla
donde los suspiros despegan
de entre las ramas del recuerdo
y vuelan hacia ese nido
construido en algún pecho,
para pasar sus inviernos.
Vigila la mirada
esa alma guardiana
que divaga
que se alimenta
de presentes,
memorias o fantasía;
a veces está y no está,
es y no es…
Finge camuflando recuerdos
y sabe quedarse quieta o perderse.
Mi compañero el latido,
¡perro rebelde!
Se escapa
y solo corre tras quien le cuida.
Ese can fiel, transparente,
no se doblega,
ni se regala,
ni traiciona.
En la playa
hay muchas conchas de paz,
las recojo de vez en cuando;
en días grises
se multiplican.
Se incrusta en la piel el sol,
le plasma canelos tonos,
le encanta posarse en mis hombros
y besar las mejillas…
La luna…
Dama romántica,
piel plata que hechiza los ojos,
tono azul que besa dentro…
Llena el suspiro,
mengua tristezas.
El cielo escribe mi diario.
Subraya el signo,
dicta a los seres celestes
los cuadrantes:
en donde flaqueo
y en donde soy
luz de estrellas.
Canta el ave nocturna,
gruñe la fiera en la sombra,
se levantan las mareas,
se adentra el sueño en el cuerpo,
se eleva a otro plano el alma.
Y amanece…
El soplo superior llena los pulmones,
y la vida es.
Me pongo en pie,
recorro de nuevo la isla
sin claudicar,
porque,
desde la cuna,
soy paz,
soy fuego,
soy latido,
y soy león…
La isla
2021
Transmisor d Sinestesias©
Imagen tomada de redes sociales.