La intrusa
dislocó mi penumbra
La llevó en alto
y desfiguró del rostro su vestimenta.
Era la fase desconocida de la luna
que de tan extensa nunca se devela.
Su luz encandila y convierte añil
es detrás de la puerta oscura
donde se deja oír
Y en la dulce tesitura
de un acuoso incienso de nube
se refugia toda ella
entre cenizas que rasguñan el cielo
Y cuando cierras tus párpados
su claro tañir
en tu sueño descalzo da aliento.