La inmutable.
Cuando la tristeza lacera
las tardes
desde el fondo del silencio
más oscuro,
solo la poesía
es capaz
de extirparla
y darle
al alma
unas migas
de alivio
para que prosiga
su inasible marcha.
Eso lo supe
alguna tarde de esas
de cuyo nombre
prefiero
no acordarme:
yo caminaba solo. Como siempre.
Y el amor
llovía a cántaros
debajo de mi ausencia.
Pero ella estuvo ahí:
conmigo. Con mis horas.
Con mi miseria
de manteles rotos
y mi infierno
de pecados
clandestinos.
Vaciando mis congojas.
Llenando mis abismos.
Nunca se fue. Nunca.
Quizá
solamente
se ha dormido
22-11-2021.