La espera

                                                                            *A mis hermanos.*

En las fauces,
girones de respuestas de aquellas dudas insondables.
La piel,
flagelada en batallas por conseguirlas.
En el alma,
dardos encarnados las incógnitas perennes.

Vengan,
azorados niños de antaño
descalzos de malicia
a patear el balón atorado en los charcos de la calle
a patear la pelota de hambre que sofocaba el estómago
a detener al vuelo ese desconocido miedo esférico
a rumiar pequeños trofeos de caza
Vengan.

Estoy aquí,
esfinge bramándole al orbe vacío
Moai escudriñando la nada
con monolítica mirada
anhelando que el horizonte comience a parir regresos
en el punto exacto donde el bulbo del tiempo nos dio a Luz.
Repaso calendarios apolillados
estrujando la hoja marcada que no volverá jamás.

Espanto el abandono que es musgo
maleza trepadora
selva que encapsula en sus verdes mandíbulas
templos donde aún arden trémulas velas de recuerdos.
A mano limpia, arranco zarzas de sus tapias
ortigas incrustadas en altares de adobe.

Espanto el olvido con viejas canciones comunes
lloviznadas en lo alto por bocinas gangosas,
con la sonrisa chimuela del pueblo recortado al ocaso.
La tarde a la que arriban las tristezas es perchero enclenque
donde los ancianos que se marchan olas arriba cuelgan su memoria.

Hay que terminar risas inconclusas
reconstruir palabras que corroyó el orgullo
cremar algunas zozobras
hacer un balance de ilusiones
y cerrar algunos capítulos de aquel cuento
inimaginable.
Y por qué no,
hace falta llorar en silencio nuevos quebrantos,
solidarios,
enmascaradas en bromas deliberadas.

Ha habido luchas contra la brutal soledad
donde aflora amor y cobardía
misiles de odio y rencor
trincheras de perdón
izajes de libertad
conquista de ínsulas de bucólica sencillez.

Hoy, quebrado y remendado por la briza que cauteriza
la arena que vitaliza
vacío y lleno una y otra vez
agobiado en lo cotidiano
puedo mostrarles los giros del alba
-que no siempre viene de oriente-
como nadar de la oscuridad que ahoga
y a interpretar horizontes,
olas viajeras.

Guerreros de resortera al cuello
flanqueados del perro “papucho” con grandes ojos perspicaces
arqueando la cabeza para captar estrategias contra iguanas y ardillas.
Y el gato “Michu” con su ronroneo estelar
entibiado en los brazos cariñosos de la hermana más pequeña.

Hay fermento suficiente cocido en el horno del pecho
amasado con tristezas y alegrías.

Vengan para compartir este pan
como en aquella vieja mesa con sillas desvencijadas
brillante de esa vianda suprema
cuando nos servíamos el amor fraternal.

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Toda una vida y sus avatares…:heart_eyes:
Hermoso y magnífico poema, compañero.
Un saludo, José Luis!

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Buen poema con una agradable prosa.:v:

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Muchas gracias @mariaprieto !

En efecto. Mas confidencia y relato que poesía, pequeñas remembranzas. Pero bueno, leve ejercicio de catarsis.

Buena tarde y un abrazo.
Gracias por tu gentileza como siempre.

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Muchas gracias @Magdalena !

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Así es mi estimado @Pippo. Me cuesta mucho trabajo atar a la forma la poesía.
Muy amable tu comentario.

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