Tú traviesa esfinge
en el cirro de un suspiro,
mimética te ocultaste
tras la espesura de la arboleda
y mi mirada llameante,
cegada por tu belleza,
el tronco del deseo incendió,
uniendo lágrimas y roció
con el húmedo recuerdo
de la pasión de un ayer
que en el presente se diluyo.