La condena

Me estoy muriendo de deseo por ti,
cometería todos los pecados,
estaría de rodillas rezándole
a cada parte de tu cuerpo.

Dejaría que mis manos te acaricien,
que recorrieran cada parte de ti
prendiendo aún más el infierno
dónde las llamaradas consuman mi ser.

Me ahogaría en tu agua bendita,
y sorbo a sorbo,
apaciguaría mi ser de ti
deleitándome de tu dulzura.

La lujuria es un pecado capital,
así que mi condena será arder
junto a tu alma en llamas,
y así, consumirnos en pasión.

Entre plegarias y espinas,
te amaré una eternidad,
mi condena con deseo pagare
y nuestras almas arderán; Amén.

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Bellísimo poema, expresas mucha pasión con tus versos

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