La bruma

La tarde caía con sus últimos rayos dorados, y se deslizaba entre las
ramas peladas de un viejo fresno asaltado por el otoño, mientras un
joven, cautivo del ocaso, se precipita contra una densa neblina, que
lentamente se le adhiere al cuerpo y no tarda mucho en empaparse,
hasta penetrar e inundar también el pensamiento.

Abrumado por las escenas que transitan su mente, aquellos recuerdos
de aquella vida anterior, emprende con rapidez el regreso a su casa,
reprendiéndose por la estúpida idea de caminar nuevamente por las
calles y lugares que había intentado anular por años. Pero ya era tarde.
Los fantasmas de los rincones más oscuros y apartados, ahora eran
liberados de sus prisiones para que sacudan la endeble tranquilidad de
aquel que los encerró, desasiéndose de ellos como si fueran pesadas
piedras que se arrojan en el fondo del mar.

Ah, no te desalientes alma, no retrases tus pasos, avanza, porque pronto
la noche amarga despabilará su bruma, y aún la mismísima oscuridad
comenzará a aclarar. Se verá el primer rayo de luz, crecerá el primer
clavel y cantará en lo alto el zorzal. Descuida alma, que al brotar el día,
los fantasmas del pasado volverán a su lugar y tú, al sosiego tuyo…

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Me encanta tu cierre.

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Muchas gracias por dejar su comentario @Maritza

Qué buena prosa!!!

“La tarde caía con sus últimos rayos dorados,
y se deslizaba entre las ramas peladas de un viejo fresno asaltado por el otoño, mientras un joven, cautivo del ocaso, se precipita contra una densa neblina que lentamente se le adhiere al cuerpo
y no tarda mucho en empaparse, hasta penetrar e inundar también el pensamiento.”

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Gracias @luciagomez1956 ! Saludos

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