La batalla que no cesa

Busco un refugio en la tormenta que me habita,
unos brazos, un pecho donde resguardar un destino ciego.
No hay lugar donde evitar la oscuridad.
El viento, ese maldito viento, que levanta polvo y arena
golpeando mi piel como aguijones de muertos.

Apelo a la memoria, a instantes de locura
que alivian la realidad herida.
Me rebelo, intento zafarme, agarrarme a un nudo,
bailando sobre tumbas de negro cielo.

Huyo hacia adelante, me pongo de pie.
Intento caminar por un sendero de esperanza.
Me persiguen las sombras, siempre esas sombras
que oscurecen mi existencia y roban el sol de mi lecho.

Asumo que soy una hoja, una pequeña brizna de azar,
un pelele de tela empujado hacia la nada.
Casualidad, instante, susurro en el ciclón de la vida,
una muerte escrita al alba.

Me espera la eternidad de una noche interminable,
el sinsentido de la existencia, donde mueren los días.
Las tinieblas de quimeras rotas
que agotan los sueños o cualquier atisbo de utopía.

Y, contra todo, busco un refugio, que salve mi mente.
Un sosiego a la batalla entre la vida y la muerte.

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El existencialismo en la poesía es un tema del alma, del ser y no ser. De todas las vicisitudes.
Muy bien colega!

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Gracias amigo. Saludos.

Me parece un poema tremendo compañero.
Aplausos y felicitaciones!!

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Gracias Marttuca. Un placer saludarte. Un abrazo.

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Todos buscamos ese refugio…
Muy bueno tu poema, compañero!
Un saludo.

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Un placer verte por mi rincón. Gracias poeta. Un abrazo.

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