Jerusalén

Te conocí cuando nuestros mundos chocaron, en un lugar donde se pretendía coronar a un único Dios. Empeñados en destruirnos los unos a los otros en nombre de la verdadera fe. Pero mi fe, cambió su visión al conocerte y convertirse en auténtico e indestructible amor, algo que jamás habría imaginado sentir. Una fuerza tan intensa, que zarandeaba mi pecho como si de un muñeco de trapo se tratara.
Sin embargo, juro por lo más sagrado, que no reniego ni renegaré de Dios. ¡Jamás! Y aún así, te prometo, mi amor, que ni mi Dios ni el tuyo se interpondrán entre nuestro amor. Y mucho menos, ningún hombre.

4 Me gusta