Sola, fija, callada, ausente, fría, desnuda,
vives en mi mente y es inevitable
hay momentos en los que te vas
dejándome el ártico abandono de tu ausencia
y regresas cálida, dulce flecha dorada de sol
devorándome como una llama estelar a todo pulmón
Y allá en mis lóbregos pensamientos
tu imagen suave se desliza
como centella de luz
que la luna trajo al mar
para iluminar su fina piel.
Ausente de mí, en delirio cósmico
mi corazón alucina, se entrega
y en la tranquila comarca de Arda
busca enloquecido el fervor
que hace mucho tiempo perdió.
Así con este ímpetu atroz
y en la suave ausencia de tu cuerpo,
sin tus manos firmes sobre mis manos,
sin que mis palabras te toquen el rostro
y sin que nuestras miradas enciendan
el árbol oceánico de nuestras pupilas
¡Irremediablemente! Pienso en ti.