Revélate a las musas,
muéstrales tu rostro.
Así sabrán a quién buscar
cuando la poesía reste atrapada en la oscuridad
cuando los versos que sueñas
no encuentren el camino de la palabra.
Hazles ofrenda de tu alma,
el preciado tesoro que ellas anhelan,
a riesgo de quedar ciega, sorda y muda
cuando la reclamen.
Y si lo hacen, no llores…
Te llevarás saciados los sentidos
si tan solo un verso,
uno solo,
colma tus anhelos
y muestra desnudo,
descarnado,
tu yo más íntimo.
Abandónate a su inspiración.