En el día de su patrona: “La Inmaculada Concepción”
Cambian. Las guerras cambian,
pero el enemigo siempre acecha.
Cuando hay que defender, se defiende,
cuando hay que atacar, se ataca.
Las botas cargadas de sueño,
cansancio, humedad y fango.
La mirada fija en el horizonte,
el soldado firme en su puesto.
Ante sus ojos, pesa el destino.
Caen los días de nieve y frío,
y las tardes de calor y polvo,
y las noches de lluvia y barro.
Presto a poner todo su empeño,
el alma aferrada a la victoria
evaluando las garras de la gloria:
“Nunca un adversario fue pequeño”.
Examina los detalles del terreno,
se lanza con vigor al movimiento,
se acompaña por la furia del fuego
y voluntad para vencer en el intento.
Dispuesta a la hora del combate,
la fiel infantería española:
“Nunca una palabra de más,
nunca un esfuerzo de menos”.