Con esa boca cálida de delincuente leonino
apareció en la neblina que se colaba en su cuarto
y como si se tratase de un arrollamiento
le arrebató de su flor, el pálpito
¡¡¡Dios!!! ¡¡La delicia era inconmensurable!!
¡Dolía que daba gusto!
Ser desvirtuada por la sombra de un ser maldito
ella —alebrestada en su histeria—
aún se sentía hambrienta
y quiso un “bis” confirmativo; pero…
el tacto túrgido de su cuerpo impalpable
se le escabulló de entre los dedos
como fríos hilos de niebla.-
Chane García.
@ChaneGarcia.
…
¡Lo siento!, no recuerdo de dónde o de cuándo tomé esta bella imagen sugestiva.