Llorar… ¡No, No lloro! Solo lluevo,
riego auroras en himno y elegía,
las lágrimas vertidas me regresan
convertidas en selvas de poesía.
¿Quién puede decir que me lamento?
No hay pesar en dolores merecidos
que el justo precio en su balanza pesa
lo mismo que los dones recibidos.
Sufrir… ¡No! No sufro: Solo escribo,
de una tinta que sombras diafaniza,
plegaria en trazo diciendo bendiciones
esta tinta demonios exorciza.
Y soy feliz pues queda tras la lluvia
y tras secarse el trazo y las hogueras,
este amor despojado de rencores
sereno abril, cantando primaveras.
Perder…¡No! ¡No pierdo! Mucho gano,
del cristal roto en al alma que se irisa,
fuerza solar ardente con que vuelvo
mi tormenta violenta en suave brisa.
Y cae al verso lo triste de mi vida
sin que en inútil nostalgia se extravíe
mi espíritu en tristeza desmedida
¡Que llora más, acaso, quien sonríe!
Arder… ¡no, Para nada! Solo atizo
de esta hoguera este fuego que idealiza
tantas glorias y abrazos naufragados
por renacer cual fénix… de ceniza.
Y cada golpe me arranca gratitudes
por levantarse en recuerdos redimidos
hacen que en paz diciendo plenitudes
puedan reír mis labios malheridos.
Y va mi barca surcando marejada
de amar tranquilo o bien de mar revuelta
y pueda ser que si el dolor logre llevarme
gritando amor, mi verso… ¡Me devuelva!
El alma sana y se libera de sus tristezas interiores mediante los versos, es una forma extraordinaria de autosanarse. Bellísimo mi querido poeta, como todo lo que escribes. Besitos y abrazos.