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Cuán fácil fue acostumbrarnos a nuestra vida
cuántas hojas no se desprenden del árbol.
Hemos visto arder las cortezas con sus vestidos de lana
y tantas caracolas confundidas con arañas
y sobre nuestra cabeza desaparecer el diente de león.
Ahora el día cierra sus párpados y desaparece
con nosotros.
Mis manos se abrieron necesario para que tu entres.
Amo la fruta del sol y tu cuerpo tendido para mí.
Hasta te siento inagotable de existencia.
Te llevaré por prados lejanos y figuras de nubes y
retardaría el anochecer.
Quiero caer contigo
como cae la noche sobre tu alma.