El frío se enfrenta,
en la tormenta de mi credo,
a un ramillete de mantas
en esta apagada noche
de luna menguante.
Y caen helados cuchillos
que cortan las ideas,
separan los gemidos,
desatan las palabras.
El frío atropella
en la cara norte del monte
un escenario blanco
de escarcha, nieve y granizo.
Deja congelada la calma
de la memoria rupestre
en la cueva de las sombras
de la filosofía antigua.
Y no lloran las plañideras
por pena, sino por frío;
ni por tristeza, sino por miedo.
Y no lloran las nubes negras
por suspiros, sino por el lamento
de rayos y centellas que brillan
del cielo a tierra.
Y caen helados cuchillos
que cortan las ideas,
separan los gemidos,
desatan las palabras.
.
El frío atropella
en la cara norte del monte
un escenario blanco
de escarcha, nieve y granizo.
Deja congelada la calma
de la memoria rupestre
en la cueva de las sombras
de la filosofía antigua.
Ufff… bello poema!
Gélidas imágenes en tus versos que congelan el alma poética!