A: Ella que nunca supo lo que quería.
Sabes que me extrañas – aunque no quieras reconocerlo –
Que despiertas con el repique de la lluvia en los vidrios de la ventana,
Que te estremeces con los truenos y te asustan los relámpagos.
Sabes que me extrañas, a pesar de haber escogido la mentira
A pesar de haberte negado a seguir sudando junto a mí cada verano.
Me extrañas,
cuando la locura te saca risas en las reuniones
Cuando el café te sale aguado o cuando se te cierra la puerta y quedas fuera.
Me extrañas,
cuando caminas sin rumbo en un parque sin palomas,
Y no quieres conocer el nombre de tu presente.
Yo, no puedo darme el lujo de jugar otra vez a tu ruleta rusa
No puedo ser nuevamente la lluvia que queda en la ventana
Las horas que pasan sin quedarse dormidas,
La respiración agitada,
El sexo experimental y poco académico,
La suerte y tu pata de conejo.
Me extrañas, - aunque te muerdas los labios para no hablar –
Pero ya no puedo volver.