Hay una soledad que mira el horizonte,
que busca en la niebla gris compañía,
que sortea el laberinto de tejados y azoteas
escrutando los rincones donde se esconde la tristeza,
para pedirle que sea lo más amable posible.
Hay una soledad que juega con los gatos vagabundos
que corren por los bosques de antenas,
las que hunden sus raíces en las habitaciones,
donde los tumores del aislamiento se engendran.
Hay una soledad que sueña con la lejanía,
con que esta contenga una posibilidad de cura,
…con alguien que diga hola,
con una sonrisa, que se siente a tu lado y hable.
Hay una soledad que ya no sabe mirar al cielo
porque sus ojos quedaron atrapados
en tantas- otras- soledades que no se ven,
que caen como los cansados maullidos de los gatos,
que quieres tirar a los cubos de basura de los callejones.
Hay una soledad que te llama,… porque es la tuya,
que resbala por los desagües, en los días de lluvia sucia.
Leo aquello que me interesa tres o cuatro veces, en este caso, han sido bastantes mas.
El poema me parece extraordinario, con una sensibilidad que hiere la conciencia pero sin tragedia, solo acatando los hechos.
Con tu permiso voy a guardármelo, naturalmente con tu autoría.