Cae la tarde de nuevo,
hoy igual que ayer,
y es inevitable…
Suena el reloj en la pared:
el tictac inexorable,
el latido del tiempo.
Es la hora de los nervios.
Los humanos se agitan
en las calles de la ciudad;
entre motores y bocinas,
todos huyen con el miedo
contagiados de ansiedad;
entre luces y vitrinas,
en baldíos y avenidas,
todos buscan un remedio:
cada quien con su mentira,
cada quien con su verdad.
Renace la noche de nuevo,
hoy igual que ayer,
y es irremediable…
y cada vez importa menos.
Suena el reloj en la pared:
el tictac inexorable,
el látigo del tiempo.