“Lo mejor de la conciencia”
es que nunca se relaja,
y los golpes los encaja
con su exquisita paciencia.
Será que por experiencia
nunca pierde los estribos,
entretanto estemos vivos
alegres y coleando,
que guerra sigamos dando
por resolver objetivos.
Que la dignidad en venta
muchas veces la ponemos,
porque aún sangre tenemos
diría hasta los noventa.
Si es que antes no se revienta
afrontando algún achaque
que según el almanaque
los años ya no son pocos,
y a tenor de los sofocos
la partida acaba el jaque.
Porque mientras dure el sueño
caminemos adelante,
justo hasta que el cuerpo aguante
y aún no nos cruja el ceño.
Que no decaiga el empeño
al abrir cada mañana
los ojos por mala gana
hasta nublarnos la mente,
si el mundo precisamente
es de quien carda su lana.