Hablas a la mente
acariciando el pasado
en los surcos del presente
donde ruge la tormenta
del efímero futuro;
hijo del pasado y presente
engendrado en el lecho
del amor propio,
donde amas a tu sueño
besando a la incertidumbre,
acariciando el miedo,
que el “prioste” de la realidad
te muestra severo,
sin saber que esta
devora tu sueño
dejando su recuerdo.
Hablas a la mente,
preguntándole,
por lo que dejaste
en el rastrojo del pasado,
ya que tú eres;
el retrato en blanco y negro
de los defectos y virtudes,
de tus derrotas y victorias,
de tus errores y aciertos
de tus posibles e imposibles;
la suma de tus reproches,
la resta de tú amargura,
la multiplicación de tus dudas
y la división de tus alegrías
que caducan
en las horas de tu vida.
Hablas a tú mente
desnudándose ante su espejo
siendo la espesa niebla
de tú destino,
para que componga
en pros o verso
el poema de tu vida.
Hablas a tú mente
buscando el péndulo
de la razón,
en el diapasón
del pasado
que sobre los glaciares
desprendidos del presente
flotan hacia el futuro.
Del Poemario El Miserere del Olvido
