Hablamos, sí. Pero no hablamos como hablan los enamorados, no hablamos del desarme de nuestras vidas.
Hablamos, sí. Y hablamos de las cosas cotidianas que nos suceden: si el jugo es dulce, si en tu cuarto de hotel hay dos camas, si saldré a cenar con alguien esta noche, si le dejas comida al gato, si sigo escribiendo, si nos llamaremos más tarde, si me estoy enamorando. Hablamos de tantas cosas, pero nunca de si te extraño, si me piensas en la canción un poco romántica que escuchas mientras observas por la ventana el caminar de las personas. No hablamos sobre si te añoro cada vez que veo algo y pienso: deberías estar aquí… conmigo.
Sé que todo esto son solo ecos que un enamorado empedernido desprende de la ilusión de un “tal vez, quizás”; pero entiende, no puedo forzar al corazón, como se da un saludo no deseado, o un halago no sentido. Que te veo y estoy dispuesto a cruzar un desierto sin saber de la trampa que es la palabra “desierto” para un enfermo de amor.
Que te escucho y quiero vivir esos instantes junto a ti, quiero comer la pasta que dices es la mejor que has comido, quiero ir a esa plaza en la que cada invierno instalan esos juegos mecánicos que te gustan, quiero visitar esos lugares de los cuales hablas sin parar, quiero ver la película que te sacó una lágrima y que con vergüenza limpiaste.
Que te huelo y tu olor me acompaña por el resto del día no importando lo que haga o a dónde vaya, porque de una u otra manera, a los lugares a donde voy, son extensiones de mis sueños apasionados en los que te veo a mi lado.
Que tú eres por quien el enamoramiento encontró morada en mí, esperando con ilusión gastada a que, de alguna manera, no te eximas de sentir lo mismo. Que necesito más tiempo, más días, más sueños, más roces de mano, más miradas a escondidas, más sonrisas tímidas, más palabras al oído, más de todo lo que en algún momento pudiera ayudarme a convencerte de que hablamos de tantas cosas, menos de lo que te amo.
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Tus escritos siempre llenos de un rico contenido, tienes mucho para decir, David.
Hermoso texto!
Un abrazo y buen día, compañero.
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Y entonces es cuando uno encuentra, en la simplicidad de las cosas, un poema más sentido.
Gracias por leerme @Ingrid.Zetterberg
Un abrazo 