Apareciste sin hacer ruido;
con las manos abiertas
te acercaste a mí,
como la noche que no sabe
nunca el día que le espera.
Así viniste,
cambiándome los planes,
quitándole el frío a mi almohada,
dejándote caer sobre mi espalda
agrietada,
erizándome la piel
como una canción antigua.
Ahora puedo mirar
cómo te revuelves el pelo,
y contemplar tus ojos brillantes
en un silencio
tan lleno de ruido.
Desde que estás
se me han roto todas las brújulas
y la vida funciona de otra manera,
logras que se queden
las cosas que se van,
y una luz blanca
-hecha de primaveras en los labios-,
inunda todas las sombras.
¿Quién me iba a decir
que me ibas a tocar el corazón
entrando por la boca?
Qué poema más bello.
Me alegro mucho por ti, disfrútalo e imagino tantas cosas después de ver esa puerta y leer tu poema, por cierto… está lleno de pasión y deseo.
Una maravilla.
Que te vaya siempre muy bien y que la vida te dé lo mejor de ella.