Recuérdame el camino
que llega hasta la plaza
donde siempre me esperabas
escondida tras un libro,
enséñame sin prisa
La Cuesta de castaños
rodeando aquel palacio
de sultanas y cautivas
y espanta con el beso
los sueños temblorosos
mientras vamos al arroyo
que veló nuestro secreto.
Después ya limpiaremos
paciente y dulcemente
nuestras dudas y las hieles
producidas por el miedo,
al brillo de la luna
tan clara y acechante
que esta noche se deshace
como brizna de cicuta…
forjando una esperanza:
creer que no te fuiste
con el tiempo irrepetible
donde duermen Delwood y Alma.
Y Nin y sus Incestos
y Luces de Bohemia
o la casa en Madroñeras
que ya nunca estrenaremos;
y Lovesong y Trainspotting,
Moonflower, Tajabóne
o Amélie y ese sabor
de tu cuerpo que mi boli,
errando entre adjetivos,
adverbios y lamentos,
encadena en el cuaderno
como un pétalo marchito.
Silencia con tus labios
la voz del desatino
y rescata del olvido
las promesas frente al Darro,
pasémonos la tarde
comiendo de la higuera
del Aljibe de la Vieja
y contándonos lunares,
unamos los dos versos
que juegan inconclusos
a la noria del absurdo
en tu cuello y en mi cuello.
Que luego colgaremos
las húmedas miserias,
los quebrantos y la ausencia
que los miedos nos trajeron,
al sol de un nuevo junio
tan nítido, incitante
que sus tonos hoy se esparcen
como gotas de cianuro…
tendiéndome una trampa:
sentir que no te fuiste
con el tiempo donde viven
Pietro Crespi y Amaranta.
Y el Olmo de Machado,
la noche en Eshavira
o los pases de Bob Dylan
que jamás utilizamos;
y Yerma y Sherezade
y Tita o ese amor
de color melocotón
y de andenes y equipajes,
que si antes fue un suspiro
ahora es un sollozo
aventándose en escombros
ante el folio al que me arrimo.
¿Te acuerdas de los nervios
latentes de la espera,
del abrazo que no llega,
del deseo y sus apremios?;
¿recuerdas el dibujo
por Aute dedicado
y el portal aquel, el cuatro,
donde Lorca se hizo mundo?;
¿las cartas manuscritas,
los juegos de tatami,
lo ligera, grata y fácil
que pintaba ser la vida?
¿Recuerdas la bandada
de cientos de estorninos
gorjeando de improviso
en los tilos de Bib-Rambla?;
¿te acuerdas de Sopeña
hablando en La Tertulia,
de Morente con la duda
de mover alfil o reina?;
¿del té al romper el día,
la copa en La Antigualla,
de La Roca, el Planta Baja
y de cuánto te quería?
Desando lo corrido,
descorro bien la senda,
mas la herida no se cierra
entre sombras y vestigios;
Granada es una hoguera,
su nombre es una novia,
terminada está la historia,
solo quedan estas letras;
perdido sin Alhambra,
perdido sin un sueño,
del recuerdo marcho y vuelvo
abrazado a la nostalgia.